Cuando las cosas van mal, como seres humanos que somos, buscamos algo a lo que aferrarnos. Una vez sujetos, esperanzados, comenzamos a edificarnos. El Mallorca no es diferente y, a falta de resultados, se ha agarrado a Sasa. El serbio lleva cuatro partidos consecutivos rallando un nivel remarcable en cómputo global, pero excepcional durante determinados tramos. Sumémosle que su presencia también potencia la participación de sus compañeros, como es el caso de Juan Domínguez. El talentoso gallego, siempre bien escudado por Sasa, ha visto como su aportación defensiva es menos demandada; consecuencia de ello son las continuas llegadas a la frontal del 18 bermellón.
Llegó cedido por el Olympiacos griego en el mercado invernal, donde apenas contaba con minutos. En la isla, la lesión de Juan Rodríguez le abrió las puertas de la titularidad, a la cual, igual que el equipo hizo con él, se ha agarrado con convicción. Su desembarco en la entidad balear tenía el objetivo de, aparte de ampliar un mediocampo un tanto justo de hombres, dotar a Olaizola de una pieza diferente a todas las del puzle: la del mediocentro posicional. Además, es una pieza que encaja realmente bien en la idea y la filosofía por la que apuesta el entrenador donostiarra.
El mediocentro posicional, por definición, es aquel jugador que equilibra el conjunto mediante su posición en el terreno de juego.
Sin ir muy lejos y hablando desde una óptica tal vez demasiado personal: la primera parte que brindó a los más de 8.000 que se citaron el pasado sábado en Son Moix fue imperial. Como pocas había visto en los últimos cinco años. Dominó el centro del campo con la pasmosa tranquilidad que le caracteriza, el pase corto, el largo, las coberturas, los cortes e incluso se atrevió, valiente él, a soltar sus primeras ordenes o peticiones. Aunque estas no pasasen de los rudimentarios -aunque no menos efectivos- ehhh!, convertidos en lenguaje universal sobre el terreno de juego para inmigrantes futbolísticos.

Y a esto último iban ligadas las dudas alrededor del joven griego. Su adaptación debía ser rápida, aun sin conocer el idioma ni la cultura. En ese aspecto, Lekic ha sido de gran importancia. El delantero habla suficiente español como para hacer de guía a su compatriota, lo que, sin duda alguna, ha acelerado el proceso. Y (solo) se dudaba de eso puesto que, pese a su juventud, ya ha demostrado al mundo de lo que es capaz. De la mano de Paunovic, quien, como Olaizola y el Mallorca, se agarró a Sasa para construir su equipo, semifinalista europeo Sub-19 en 2014 y, un año más tarde, campeón del mundo Sub-20. Aunque este también se sustentase en las genialidades de Milinkovic-Savic (atacante serbioespañol, nacido en Lleida) y Nemanja Maksimovic, de lo que no hay duda es que, sin un Sasa siempre bien colocado, estos dos no hubiesen gozado de tanta libertad y lucidez. Visto así, lo que Olaizola pretende liberando a Juan Domínguez y estabilizando al equipo mediante la inteligencia táctica de Sasa Zdjelar no es más que un símil de lo que ya hizo Veljko.
«Se colocó por detrás de Maksimovic para que éste se incorporara al ataque con mucha más asiduidad y siempre le protegió la espalda con solvencia», constataba MarcadorInt tras el Europeo Sub-19 de Hungría, 2014.