La décima jornada de campeonato en la Segunda División B nos ha regalado el que, a día de hoy, es el partido con más escaparate que puede disputarse en el Grupo III de esta fantástica categoría. El Villarreal B de Miguel Álvarez ha comparecido en una fría mañana de domingo en Son Moix para medirse al líder de la liga; el Real Mallorca de Vicente Moreno. Primero contra segundo. Un partido para, a priori, dejar a más de uno con la boca abierta. Y así ha sido.

El partido arrancó intenso, como si de una final se tratara. El mallorquín Adrià Dalmau apuntalaba un once de Miguel Álvarez con muchísima calidad. Hombres como Imanol, Morlanes, Leo Suárez, Raba o el propio Dalmau incomodaron desde el minuto uno con un fútbol muy vistoso, con mucha presencia en la zona medular a modo de atracción para liberar las bandas y hacer daño a los laterales con triángulos de juego que crearon superioridad numérica y un peligro constante para los bermellones. Le costó una barbaridad a los de Vicente Moreno equilibrar la balanza de juego y entrar definitivamente en el partido. La actuación de Manolo Reina fue crucial y exagerada. El guardameta de la Costa del Sol hizo las delicias del respetable con un impresionante recital de paradas, entre las que destacó un mano a mano con Raba que el malagueño envió a saque de esquina con unos reflejos de felino. Vicente Moreno no tardó en mover ficha y, a la media hora de partido, retiró a Javier Bonolla del verde e introdujo a Fernando Cano, que se colocó en la banda derecha y dejó a Giner y a Lago Junior el trabajo de la izquierda.

El partido llegó al descanso y el Mallorca se fue con la sensación de haber sido superado tanto en defensa como en ataque. Roger Riera cuajó una excelente actuación en la zaga amarilla una semana más y aguó la fiesta a Abdón y compañía mientras que la línea de mediapuntas del submarino amarillo volvió completamente locos a Xisco y a Raíllo que, por primera vez en mucho tiempo, aprendieron lo que es sufrir de verdad en la presente campaña.

Todo lo cambió Lago Junior. Sólo seis minutos habían transcurrido en el segundo periodo cuando el banda costamarfileño se encontró un pase de Fernando Cano en la banda izquierda, regateó a dos rivales y clavó un zurriagazo que destrozó la escuadra izquierda del arco de Diego. El gol que lo cambió todo y que volvió a recordar a la afición cómo se están haciendo las cosas este año. Los nervios le jugaron una mala pasada al filial del Villarreal y esto dió ciertas esperanzas al Mallorca, que se empezó a animar de cara a la meta rival. El resultado no se iba a mover. El 1-0 fue definitivo en el electrónico de Son Moix gracias a que el Mallorca supo sufrir y aguantar las últimas embestidas que el equipo de Miguel Álvarez fue capaz de realizar. Importante fue también que jugadores como Salva Sevilla, que salió de refresco, calmaran el partido con juego de toque en una modalidad más pasiva.

No fue un partido fácil, pero el Mallorca es más líder que nunca tras superar el primer gran obstáculo de la temporada. Un partido en el que seguramente no mereció los tre puntos, pero donde, una vez yendo por delante, supo sufrir y gestionar una ventaja que puede acabar siendo definitiva para los grandes y ambiciosos objetivos que tiene el equipo de Vicente Moreno. Líderes en solitario. A siete del segundo y a diez del tercero. Las cosas empiezan a coger un bonito semblante por la zona de Son Moix.