
Nunca faltó el exotismo amarillo en un Liga que siempre resultó más variopinta de lo pensado. Al virtuosismo de Las Palmas lo sustituyó la magia del Cádiz, y a la varita y tacita de plata la volvió a sustituir un conjunto insular que dio paso al amarillo único que ya se iba a quedar para los restos, o casi: el Villarreal.
Lienzo constante de buen gusto y exquisito juego, la mano de Benito Floro y, especialmente, la del ingeniero Pellegrini llenaron los campos de la patria de mariposas amarillas que cegaban a los rivales entre regates, escorzos y una velocísima llegada al área. Palacio humilde del buen hacer, El Madrigal rajó noches europeas hasta beberse todas las estrellas menos la última.
La elegancia pirotécnica del último Pirès, la guerra total sobre el campo del turco Nihat, la orquesta de un Riquelme devaluado o el gol prodigioso del primer y verdadero Diego Forlán en la punta eran una combinación única y esotérica con un Marcos Senna como espectáculo de brega y remache en la contención. Un cóctel de éxito que se derramó con la marcha del pensador chileno a la Castilla tronante y que un adalid de la estética futbolera como el ‘Txingurri’ Valverde no pudo evitar. Aunque Juan Carlos Garrido puso el parche a tiempo, la inmersión a Segunda acabó llegando entre la venta de Cazorla y la lesión del mártir Giuseppe Rossi.
Ya en el cenagoso fondo llegó el contramaestre Marcelino García Toral, hombre correcto y educado, hombre curtido en el duro norte futbolístico español. La apuesta de Marcelino comenzó perdiendo 5-0 con el Castilla y acabó con el equipo en Primera. El balompié preciosista inculcado a los humildes refuerzos Pereira, Perbet, Aquino y al regresado hijo pródigo Uche puso al equipo carburando otra vez en la Primera sin interrumpir el viaje que estaban haciendo.
Así, la temporada avanza con un Villarreal sano, fuerte y saneado; sin egos ni renombres. Un Villarreal incisivo y veloz, seguro de sí mismo; que robó puntos al Madrid y no desaprovecha la coyuntura del Rayo para darle con la manita. Un Villarreal que no se asusta ante su perseguidor realista en la tabla y le sacude con otra manita. Cazador del Athletic y la última terna para la Champions, el submarino de Villarreal ha vuelto a la superficie dejando a la Liga con la noticia de enhorabuena: ya ha vuelto el amarillo.