El Mallorca saca rédito

Salieron vivos con medio botín debajo de los brazos en un encuentro en el que en perfectas condiciones un año atrás agachaban del todo la cabeza y marchaban rumbo a la isla totalmente huérfanos. Esta vez el guión no acabó de la peor manera posible y la heredada debilidad a domicilio se desvaneció en tramos del partido. Un partido, el Cádiz volvía a segunda seis años después, donde el míster bermellón trazó un nuevo sistema con diferentes piezas en el terreno de juego. Borró la ya polémica defensa de tres con dos carrileros y cinco hombres por delante, para buscar una formalidad en el eje de la zaga, un medio con dos volantes (Culio y Juan Rodríguez) y tres atacantes.

En el primer tramo del partido los de Fernando Vázquez controlaban y mandaban con el esférico a lo más estilo “cruyffista”, que incluso se pudo ver en el verde dibujados triángulos como el de Culio, Oriol y Brandon, este último desacomodado durante todo los noventa minutos sin poder adaptarse a estar más alejado de la portería rival. Asimismo, atesoraban la pelota y el Cádiz no apenaba dicha acción ya que tan solo se bordeaba el área rival y las ocasiones llegaban a cuenta gotas. Tanto es así que los bermellones no dispararon un tiro a puerta en toda la primera parte. Y eso se paga. Lo desembolsó Company ya en el 27 de juego provocando la pena máxima a su excompañero Ortuño que tiró de manual de veteranía provocando un penalti cocinado. El murciano no falló e incluso lo celebró.

Entonces llegó el bajón y los locales metieron una marcha más, conducidos por el goleador, lleva dos tantos en dos partidos, y un copiloto, Salvi, en el costado diestro que revolucionó en más de una jugada a un conjunto mallorquín instalado en ese momento en la búsqueda de frenar las embestidas amarillas y el tantear arriba. Pero lo último quedó en balde hasta la segunda parte cuando el Mallorca consiguió resarcirse y no dejaría perder la cara al partido.

Pasaban los minutos y la sensación era una: no olían el gol. Hasta Joan Oriol, con todo el costado izquierdo en propiedad, delante del guardameta Cifuentes la tuvo para disparar sin pensar el esférico pero la cedió con interferencias en la pasada y diluyó una de las jugadas más claras del partido. Todo lo contrario sería el empate que no se movería hasta el final. Apareció Óscar Díaz y él solito peinó un balón centrado de Oriol hacia nadie, rebotó en Servando y, esta vez sin pensar, acribilló al portero y bastó con la potencia del disparo para poner el empate.

Un tanto que parecía poder darle calma al partido. Pero ni mucho menos, ya que los veintidós en el campo se vaciarían por completo que incluso Company, que vio la amarilla por el penalti a Ortuño, no acabaría el encuentro y se llevó la segunda tarjeta al parar en seco a Brian Garrido que se disponía a montar la contra. Por tanto los de Fernando Vázquez, viendo el marcador y viviendo en el tiempo de descuento, firmaban un empate que al final, y tras los constantes movimientos de brazos del capitán mallorquinista Héctor Yuste, conseguirían un punto que solo se podrá convertir en efectivo la semana que viene en la cita con Son Moix y la afición.

ESTADÍSTICA