Sin tiempo para el disfrute y con a penas tres días de descanso, el Real Mallorca afronta su tercer compromiso liguero de la temporada, con la moral por las nubes tras conseguir un dos en dos en victorias y coliderar la Segunda División junto al Málaga. El compromiso será ante el Alcorcón de Cristóbal Parralo, y de nuevo a domicilio; Santo Domingo espera.

Por cosas de la vida (y de la LFP) el conjunto bermellón afronta el encuentro ante los alfareros sin tiempo para poder disfrutar de los tres (sufridos) puntos conseguidos el pasado lunes en el Wanda Metropolitano ante el Rayo Majadahonda de Antonio Iriondo. El chip debe ser otra vez el de la previa ante otro encuentro que se antoja complicado,  como el de casi todas las semanas.

El Alcorcón es un equipo en plena construcción y en búsqueda de un estilo en el que Parralo confía para, por lo menos, salvar la categoría. El 4-4-2 y el fútbol combinativo se abren paso en las pizarras del cuerpo técnico del ex-entrenador del Deportivo de la Coruña. La referencia total en ataque es Jonathan Pereira, al que la parroquia mallorquinista no le guarda un buen recuerdo, debido a las auténticas exhibiciones que ha dado el histórico jugador español en Son Moix.

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Por su parte, el Mallorca y Vicente Moreno tienen un plan y lo están ejecutando. El 4-4-2 ya con fichas reconocibles está dando unos frutos mucho más que dulces. Un bloque sacrificado, defensivo y también con calidad, de eso no hay duda. La sensación de piña y unión es total y eso se refleja sobre el verde. Tanto los que son de la partida como los que salen de la banca suman. En esta escuadra suman todos y ese es el factor diferencial.

Y este próximo viernes; otra en Madrid. Que sean dos. Dos victorias en tierras madrileñas que hagan volar al equipo, si es que tiene aún más margen de manipulación aérea. Toca remar, de eso ya no se olvida nadie, para no cometer los mismos errores. Toca seguir en esta alocada Liga 123 y llegar lo más alto posible, cumpliendo los objetivos básicos, que pasan por conseguir la permanencia, volver a disfrutar del fútbol profesional y conseguir devolver la sonrisa a la parroquia bermellona, que de sufrir ya está bien por ahora.