Ilusión. Esa es la palabra más importante para cualquier aficionado al fútbol. Y en el Mallorca está en el aire. Alfredo Relaño escribió un día que una de las mayores sorpresas que se llevó al tomar las riendas del Diario As fue ver cómo durante el mercado de fichajes de verano era el momento que más periódicos se vendían. Relaño tuvo clara la razón: la ilusión. Porque con la ilusión creamos castillos de arena sobre lo que anhelamos. Soñamos a lo grande sin los pies en la Tierra. Y esa es una de las mayores bendiciones que tenemos. Alejarnos del día a día y construir un mundo paralelo de felicidad lejos del sufrimiento y el dolor.

Esta ilusión no ha existido en este ventana de altas y bajas. Es más, todo pasa como nunca antes por el nuevo entrenador, Jagoba Arrasate. Es quizás el mayor foco. El centro de las miradas de una afición que necesita más por parte del club. Arrasate es la ilusión. Me parece injusto. Es mucha presión para él. Demasiada. Porque el foco debería apuntar a otro asiento.

Un paso hacia adelante. Un, dos, tres. Falta el tres. Qué fallo. La plantilla estaba prácticamente hecha y solo ha habido pequeños cambios. Cuatro altas. Jagoba Arrasate, Mateu Morey, Asano y Mojica. Y seis bajas: Aguirre, Rajkovic, Gio González, Jaume Costa, Nastasic y Radonjic. Entonces, el club le sigue enviando un mensaje a Javier Aguirre. Era una gran plantilla y ellos estuvieron a la altura. ¿Quién? La dirección deportiva.

Hay que mirar a la cantera. Y allí aparece Marc Domènech. La segunda gran ilusión del verano. Aunque es una carga muy grande para un jugador tan joven que hasta hace poco jugaba con juveniles. Ilusiona, pero no hay que cargarlo de presión.

Hace falta más movimiento. Nunca nada es suficiente. Aunque ahora la nada es similar al desierto. Porque las herramientas de Arrasate son pocas. Parece que la plantilla está confeccionada para Javier Aguirre, me pregunto si alguien del club sabrá que ya no vive en Mallorca. La ilusión está en el aire y el calor es un bochorno.