El Real Mallorca juega este próximo domingo el último partido de la presente temporada ante el Deportivo de la Coruña. El encuentro arrancará en Son Moix a las 21:00 de la noche y decidirá nada más y nada menos al equipo que acompañará de la mano a Osasuna y a Granada a la Primera División del fútbol español.
El Depor lo tiene encarrilado, pero, sin traducciones italianas de por medio, noventa minutos en Son Moix son (o pueden ser) muy largos. El 2-0 de la ida en Riazor deja al Mallorca en una situación delicada. El cuadro bermellón sabe que deberá cuajar una actuación estelar en la que por lo menos tendrá que ser capaz de anotar 2 o 3 goles sin recibir ninguno en contra. Tarea difícil, pero no imposible. Y si no hablen con seguidores del Liverpool o del Tottenham, que más de uno encontrarán por nuestras playas.
El Mallorca puede. Y sobretodo porque se lo cree. Desde que el señor Trujillo Suárez hizo sonar su silbato y decretó el final del partido en La Coruña, con el 2-0 en contra en el electrónico, pocos son los individuos de la parroquia y el entorno mallorquinista que no confían en la gran hazaña. De Abdón al último abonado. De Antonio Raíllo a la última de las 20.000 almas que se esperan en el antiguo Iberostar Estadi este próximo fin de semana. Porque estos chicos lo merecen y porque el conjunto de Vicente Moreno ha cosechado ocho resultados distintos a lo largo de la campaña que le valdrían para convertirse nuevamente en equipo de Primera. Cómo suena, no queda otra que lucharlo.
90 o 120 minutos. La gloria a un sólo paso. ¿Un paso demasiado grande? Puede que para cualquiera lo sea, pero no para este maravilloso grupo de futbolistas que lo dará todo para dejar un buen sabor de boca en lo que será seguro el último partido de la temporada de la escuadra bermellona. Ojalá poder hablar de celebraciones, ojalá poder vernos todos en la fuente de Las Tortugas y ojalá tengamos la suerte de ver a este legendario equipo otra vez entre los mejores. Que no sea por no intentarlo.