Jornada 15. Estadio de Mendizorroza (Vitoria-Gasteiz).
9.156 espectadores

Alineaciones:

RCD Mallorca:
Timon Wellenreuther, Aveldaño, David Costas, Joan Oriol (Javi Ros, min.79), Campabadal, Sissoko, (James, min.60), Héctor Yuste, Damià Sabater, Pereira, Moutinho y Cororminas (Rolando Bianchi, min.40).


Banquillo:
Cabrero, Truyols, Rolando Bianchi, Javi Ros, Kassim Adams, James y Tià Sastre.

Deportivo Alavés:
Pacheco, Estrada, Laguardia, Pelegrín, Raúl García, Kiko Femenía (Sergio Llamas, min.75), Manu, Sergio Mora (Beobide, min.36) Dani Pacheco, Manu Barreiro (Guichón, min.84) y Juli.

Banquillo:
Aritz Castro, Vádocz, David Torres, Guichón, Beobide, Einar y Sergio Llamas.


Arbitro: Piñeiro Crespo (Comité Asturiano).
Linieres: Villanueva Díaz y Paredes Gómez.

El Real Mallorca no reacciona. Cada jornada es el mismo guión calcado. Es el despiste y la falta de reacción del primer cuarto de hora que a la postre termina en un gol y que después se suma  la inviabilidad de remontar el resultado adverso porque arriba te encuentras un desierto sin gol. En este caso, el único gol de los locales fue mérito exclusivo de Timon. Una falta lateral a la altura del medio campo, que a priori no se disipó peligro alguno, peinó en el área Pelegrín pero el portero alemán, en una maniobra estrepitosa, acabó metiéndose el balón dentro de la portería. Entonces el Mallorca empezó a remar. Como ya lo venía haciendo en Miranda de Ebro y en El Sadar. Y un dato que aún sigue marcando al equipo después de quince jornadas. Los bermellones no han ganado ningún partido lejos de Son Moix.
Se sabía de la trascendencia del partido. Era obligado ganar en un campo complicado con una afición que aprieta y una plantilla que, comparándolo con el equipo del Chapi Ferrer, saben a lo que juegan. Y tardó bien poco el colegiado en sacar la primera tarjeta amarilla al conjunto vitoriano. Un equipo que evidenció muy pronto la garra que tienen y el por qué de la situación en la tabla. El Deportivo marcó sin creérselo del todo y el Mallorca no reaccionó con empuje, ya que tuvo ocasiones contadas de Coro, que se fue justo antes del descanso por lesión entrando Bianchi, y algún tiro sin más de Joan Oriol.
Un partido que, como ya va siendo rutinario, el Mallorca dominaba con el esférico. Un dominio que fue ejecutado con la titularidad del joven mallorquín Damià Sabater en detrimento del capitán Javi Ros. Tuvo la posesión del partido pero tener el dominio del balón sin ninguna finalidad y sin penetrar más allá de los tres cuartos de campo es casi imposible meter gol en la portería rival. Y el Deportivo Alavés, un conjunto con las ideas claras, fue marcar el gol y sin preocupación alguna se echó unos metros hacia atrás y cerró filas. El equipo isleño con el balón y los vitorianos ordenados y esperando alguna internada del rival que llegaron a cuenta gotas. Fue en el último tramo del primer tiempo cuando Michel Pereira, uno de los jugadores bermellones que más ganas le puso, cabalgó todo el costado derecho para acabar centrando pero el balón se estrelló justo con el brazo de Estrada, lo que pudo suponer la pena máxima para los mallorquines.
Pero las  acciones más destacadas llegaron en la segunda mitad y en parte fue gracias al futbolista mallorquín que debutó la pasada jornada. El jugador que hasta ahora estaba en el filial de Tercera División, James Davis, fue el único cambio que dio alguna muestra de peligro en el área rival. Salió por Sissoko. Un retoque que dejó a más de alguno sorprendido pero a raíz de la salida de Abdoul, el Chapi cambió de sistema y pasó a jugar con dos mediocentros (Damià y Yuste) y con Pereira por detrás de Rolando (4-2-3-1).
Davis tuvo en sus pies la ocasión más clara del partido que vino de un pase interior de Pereira y el canterano se hizo con el balón pero, y ya estando en el área rival, no vio a Bianchi solo y decidió sin ninguna fortuna golpear al guardameta Pacheco. El Chapi se encontraba desesperado permanentemente de pie en el área técnica sin saber muy bien qué decisión tenía que tomar.
El Mallorca, añadiendo que las piernas ya empezaban a pesar más de la cuenta, estaba partido en el campo. Los de arriba no bajaban y era cuando los de Bordalás no desaprovechaban las contras, generalmente, capitaneadas por la electricidad sin cansancio de Juli. Fue en un contraataque, cuando el Alavés pudo cerrar el partido en una jugada por la izquierda que entre combinaciones acabó en los pies de Beobide que se encontraba solo en el área mallorquinista pero se precipitó en el disparo y se fue por las nubes.
Ya en los últimos diez minutos, Albert Ferrer optó por jugar con tres atrás dando entrada a Javi Ros, donde el navarro estuvo desubicado todo el tiempo que se encontró en el verde. Fue entonces cuando el árbitro, después de algunos centros del Mallorca a la olla sin peligro alguno, decretó el final del encuentro. Justo después del sonido del silbato, los bermellones agacharon la cabeza y enfilaron todos el túnel de vestuarios. El Real Mallorca volvió a dar su peor versión y ya van unas cuantas. Un equipo que salió sin alma y con un entrenador que, ahora mismo, estás más fuera que dentro.