La trigesimoséptima y penúltima jornada de campeonato dométisco en el Grupo III de la Segunda División B está lista para echar a rodar en unas horas. El Real Mallorca de Vicente Moreno recibe este domingo en Son Moix al Badalona de Manolo González con el objetivo de sumar por lo menos un punto para convertirse, de una vez por todas, en campeón de liga de manera matemática.

El algodón no engaña. Pero los números tampoco. Al equipo que colma lo alto del podio sólo le hace falta un empate para poder convertirse en campeón de grupo y así centrar la atención en los play-off de ascenso a Segunda División. El mallorquinismo se ha movilizado para que la afluencia de público para este domingo en Son Moix sea notoria, y así poder certificar el primer objetivo que se marcó el conjunto bermellón al empezar la presente temporada. Pero no va a ser fácil, ya que enfrente y para contrarrestar cualquier ofensiva mallorquina va a estar el Badalona. El conjunto catalán está firmando una temporada bastante positiva en líneas generales, pese a llevar más de un mes sin ganar, y aún sigue en la lucha por la cuarta plaza, que da acceso al play-off.

Una segunda oportunidad tras el negativo capítulo vivido la semana pasada en la Nova Creu Alta de Sabadell. Tras la derrota por la mínima ante el conjunto arlequinado, el equipo que dirige Vicente Moreno afronta el choque ante el Badalona como una segunda oportunidad para conseguir el título de liga. Y esta, ante su parroquia y en su feudo, no es desaprovechable. El Badalona no es un rival cómodo para los equipos de arriba, pero en peores plazas ha toreado este Mallorca. Querol, Serramitja o Albarrán serán las principales amenazas de un equipo al que los dos próximos partidos le marcarán el futuro más inmediato.

La primera guinda del proyecto de Robert Sarver está a punto de aterrizar sobre el pastel. El club, los jugadores y la afición saben todo lo que se juega el equipo este domingo y tanto unos como otros intentarán estar a la altura de las circunstancias para que lo que empezará como un pequeño partido pueda acabar como una gran fiesta para toda la familia rojinegra. Una para todos y todos para una, básicamente.