Javier Aguirre es el auténtico líder del equipo y del club. Controla los tempos y tiene la frialdad necesaria para tomar las decisiones correctas. Y, aunque va a cumplir 65 años en diciembre, es el pilar sobre el que el Mallorca debe fortalecer su futuro a corto y medio plazo.

La rueda de prensa postpartido del lunes fue impecable. Mandó críticas sutiles tanto a Toni Amor como a Antonio Raíllo (también lo alabó por jugar lesionado) por recibir sendas expulsiones: «Cuando el árbitro pita el final del partido solo puedes desarreglar. Terminó y no hay nada que hacer». Es entonces fundamental intentar discernir entre un sentimiento y un trabajo. Siempre es necesario porque cuando se mezclan se pierde el sentido de lo que se hace porque lo irracional se apodera de lo racional y, días más tarde, te arrepientes.

El vasco Aguirre lanzó críticas a equipos «los comunicados son estériles», y también dio una lección a sus futbolistas como si de un padre se tratara: «Terminó y no hay nada que hacer. Intento mantener la calma y la tranquilidad emocional. Y a los futbolistas les pido que no hagan comunicados ni declaraciones metiéndose con el árbitro porque luego se arrepienten».

Aguirre es la única persona capaz sobre la que sustentar un proyecto como el del Mallorca hoy mismo. Sabe dónde está, sabe qué necesita el equipo, te asegura resultados, controla el vestuario, es respetado por la prensa, tiene experiencia y no le tiembla el pulso para tomar las decisiones que debe tomar.

No quiero ni a Diego Martínez, ni a Vicente Moreno, ni a quién sea que se te ocurra. Solo él puede controlar una situación tan difícil y complicada sin su jefe supervisando el trabajo y sin los responsables de negocio ni fútbol con tanta autoridad como él. Pablo, tráele lo que te pida porque con el vasco Aguirre la jarra se está llenando gota a gota.

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